- Optimizar el espacio disponible: la clave se encuentra en combinar plantas de crecimiento horizontal con otras de crecimiento vertical (puerros y lechugas, respectivamente) o especies de crecimiento rápido (rabanitos y lechugas, por ejemplo) con algunas de crecimiento lento como zanahorias y repollos.
- Optimizar el uso del sustrato: la combinación de algunas especies permite que las plantas no compitan por los mismos nutrientes de la tierra. Las verduras de hoja tienen raíces superficiales y consumen el nitrógeno del suelo. Por el contrario, las plantas con raíces más profundas extraen, sobre todo, el potasio.
- Evitar el crecimiento de malezas: al utilizar el suelo de manera intensiva, la superficie se cubre con vegetación y las malezas tienen menos espacio y luz para crecer.
- Favorecer el control agroecológico de los insectos dañinos: las especies hortícolas pueden agruparse entre sí, con plantas florales o con especies aromáticas y medicinales. Algunas especies atraen insectos benéficos para la huerta y otras, especialmente las plantas aromáticas, sirven de repelente para los insectos dañinos.
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